martes, 22 de marzo de 2016

Convivencia de simplificar la ortografía en América


Lo más importante para el individuo es el idioma natal, es decir, el que se habla en su país; sin embargo desde la llegada de los españoles se fueron perdiendo las lenguas aborígenes, aunque existen pequeñas tribus que conservan dicho dialecto; aun así pocas personas escriben bien lo que hablan.
Por otra parte, la lengua castellana ha sobrevivido hasta la actualidad desde el primer momento que desembarcaron la monarquía española, la cual hizo desaparecer en gran parte las lenguas aborígenes; dicho esto, según la academia española la ortografía es la que mejora la lengua conservando así la verdadera pronunciación, representando, justificado el sentido de lo escrito para lograr orden universal instrucción y enseñanza.
Antonio Nebrija

En cuanto al arreglo de la ortografía Antonio de Nebrija propuso que cada letra debía tener un sonido distinto, este sonido representaría una sola letra. Sin embargo, Mateo Alemán solo adopto como norma de la escritura la pronunciación no debía dominar sola; a diferencia  de Gonzalo Correas quiso enmendar el alfabeto castellano con una incómoda irregularidad sustituyendo la K a la C fuerte y a la Q; estos escritores acordaron hacer uniforme y fácil la escritura castellana.

Gonzalo Aleman
Sin embargo, la academia dice que la trascendencia de reformar, prefiere  dejar el uso de los datos para permitir con acierto y mejor oportunidad. Es por ello que la academia adopto 3 principios de formación de las reglas ortográficas, tales son; pronunciación única, esencial y  legitima; uso constante y origen.



La lengua española produce mucha variedad principalmente viciosos hábitos y por fallas de mala enseñanza, se confunde la B con la V o la J con la G, existiendo muchas dificultades para escribir correctamente, no basta la pronunciación es preciso saber el uso común y constante. La perfección de la escritura es susceptible, se cifra entre los sonidos elementales de la lengua y los signos que han de representar, es decir, que cada sonido corresponda invariablemente a la letra o viceversa. El castellano costa de un número corto de sonidos elementales bien separados y distintos.

Andres Bello



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